Sueño inesperado y feliz

Sabía que eran las fiestas de Navidad por el árbol repleto de luces y adornos frente a ella. Se encontraba rodeada de gente que conocía, amigos, familia, compañeros de trabajo y estaba charlando con ellos, reía.

Sorprendentemente vio aparecer su figura, no sintió temor, no se puso nerviosa ni quiso huir - sentimientos que siempre le ocurrían con sólo pensar en él-. Esta vez no. Estaba tranquila, feliz.

El se acercó a ella y se miraron un momento a los ojos ­- algo realmente extraño pues nunca antes se había producido ese gesto en su relación - después, sin mediar palabra, se fundieron en un cálido abrazo. La felicidad la invadió por completo y llegó a desbordarla, no podía dejar de reír.

Tras el sentido abrazo no llegaron los reproches, las explicaciones ni las palabras más alto, ni siquiera se oyeron los yo tenía razón o los por qué no contestaste mis llamadas durante este tiempo.
Sólo mostró un sincero interés por cómo había estado durante esos largos años sin hablarse.

Hacía ya más de 3 años que no veía a su padre y en las demasiadas veces que había imaginado el encuentro en su cabeza, siempre había estado rodeado de gritos, reproches, lágrimas y dolor, sobretodo mucho dolor… sería porque la última vez que se vieron fue todo eso lo que ocurrió. Todos estos años había estado alimentando un temor casi irracional pero insuperable a encontrarse con él frente a frente.

De repente escuchó una música turbadora, sonaba muy alto y la despertó bruscamente sacándola de su escena idílica. Era la música de su móvil actuando de despertador. Hora de levantarse.

Ella nunca conseguía recordar lo que pasaba en la mayoría de sus sueños, pero aquella mañana despertó consciente de que había soñado con su padre. Y nada tenía que ver con los anteriores protagonizados por él, escenas de las que sólo le quedaba temor y angustia al despertarse. Ni siquiera el desconcierto inicial evito que la felicidad dibujara una amplia sonrisa en su cara.

El sueño de aquella noche nunca lo olvidará, mientras llevaba a cabo sus rituales matutinos sólo intentaba recordar los máximos detalles posibles, quería rememorar las sensaciones para atesorarlas y guardarlas muy dentro.